¿CUAN IMPORTANTE ES?

  22.  ¿Cuán importante es?




El mismo atropello de la cotidianidad moderna nos trae una infinidad de cosas para atender en nuestro día a día. Sin embargo, ¿cuántas de esas cosas son verdaderamente importantes y necesarias para nuestra existencia? Si al final del día hacemos un balance de todo lo que hicimos, ¿cuántas de esas actividades eran realmente significativas y cuántas fueron superfluas? Tal vez nos sorprenderíamos al llegar a algunas conclusiones muy interesantes.

Más allá de dar importancia a propósitos específicos e inmediatos, es esencial que comencemos a reflexionar y definir qué es realmente importante y qué no lo es en nuestra vida, de manera estructural y esencial. Un aspecto relevante para analizar es la cantidad de cosas que compramos. ¿Son realmente importantes para nuestro desarrollo como personas o simplemente son atajos para caer en el consumismo y el mercantilismo al que somos expuestos constantemente por los medios de comunicación?

En este punto, emerge un elemento importante: la presencia del ego. Si no tengo el último celular, la ropa de una u otra marca, el carro más grande, la joya más hermosa, la casa más impresionante, el poder que me embriaga o la fama y el reconocimiento mal administrado, mi ego se sentirá atacado y reaccionará conduciéndome hacia un sentimiento de inferioridad. ¿Es esto realmente importante? Es muy probable que cuando adquiera el último bien que aparece en los medios, mi ego reaccione de inmediato y quiera más, lo que me llevará a mostrar y alardear mi última adquisición frente a los demás, buscando que mi ego sea enaltecido y ensalzado, creyendo que esto me dará gozo y felicidad. O en el caso contrario, si veo a mi vecino poseer algo que yo no tengo, mi ego se sentirá herido y buscará la forma de equiparar ese desbalance para estar a la par. Así, caemos en la trampa del ego y en la gran trampa del sistema actual de éxitos artificiales, donde el que más tiene es considerado el más grande y todos buscan imitarlo. Sin embargo, el ego no debe ser quien dirija mi vida, sino el Yo esencial.

Es esencial rescatar y observar la verdad inmensa en lo esencial y básico. Allí radica el verdadero gozo y lo verdaderamente importante. El ser humano vino con un propósito inminente: evolucionar basándose en la prosperidad del corazón y no en la prosperidad material. Claro está, no desconocemos que debemos tener recursos para subsistir en el lugar y momento en el que nos toca vivir, eso es claro. Pero no debemos confundir que la vida no es únicamente para obtener cosas, poder, fama y dinero; sino para vivirla con la maravillosa responsabilidad divina de descubrir todos los días la presencia de un Ser único del cual también somos parte.

Descubramos la verdadera importancia de lo sencillo, lo básico, lo elemental que nos rodea cada día. ¿Acaso no encontramos algo maravilloso cuando vemos el brillo en los ojos de aquel ser que amamos, en un simple abrazo o en una palabra impregnada de amor? ¿O cuando disfrutamos despaciosamente de una compañía agradable en medio de una deliciosa conversación? ¿O cuando miramos hacia arriba y descubrimos un sol radiante en el marco azul de un cielo despejado y sentimos ese calor recomponedor? ¿O cuando salimos al campo y nos alejamos del ruido de la ciudad? ¿O cuando un hijo nos abraza amorosamente y nos confiesa su amor incondicional? ¿Ven? Todas esas cosas están presentes, y muchas más, en nuestro diario vivir. Solo debemos educar nuestros sentidos y comenzar a verlas siempre.

Sin embargo, descubrimos una cosa y la reconfirmamos: la cotidianidad nos enceguece y no nos permite percibir esa hermosa realidad. Es lamentable caer en cuenta de ello, pero es la verdad. Entonces, detengámonos un instante y propiciemos un pequeño y sencillo momento en un día cualquiera para hacernos esa pregunta. Les aseguro que haremos grandiosos descubrimientos. Permitámonos descubrir la verdadera importancia del amor que tenemos en cada corazón, que viene de nuestro Ser Superior, de nuestro Dios, y de esa misteriosa realidad que simplemente está ahí, esperando a que la percibamos.

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