QUE EMPIECE POR MI

1.       QUE EMPIECE POR MI


Un factor que perpetúa la tristeza y amargura de los seres humanos es nuestra pasividad a la hora de resolver problemas y enfrentar dificultades, ya sean sociales, económicas o familiares. A menudo nos quejamos de los demás, sin percatarnos de que también somos "los demás" para ellos. Nos mantenemos inertes, siempre esperando que alguien más tome acción, esperando que las soluciones caigan milagrosamente del cielo, en lugar de reconocer que tenemos el poder de crearlas con nuestras propias manos.

Este mismo patrón se extiende a las enfermedades, lamentablemente. Podemos caer víctimas de dolencias causadas por nuestras propias acciones, pero buscamos la cura en otros, un giro irónico. La gran mayoría de enfermedades que nos afectan tienen su origen en nuestro interior, surgiendo debido a innumerables emociones y sentimientos que guardamos en nuestros corazones, dando lugar a trastornos psicosomáticos. Lo que el corazón calla, el cuerpo lo expresa.

A menudo buscamos justificar nuestros errores señalando a otros, atribuyendo nuestras dificultades a factores externos y dirigiendo nuestros ataques hacia un chivo expiatorio. Siempre actuamos buscando a alguien a quien culpar por nuestras desgracias. Es cierto que puede haber circunstancias en las que influencias externas jueguen un papel, eso es innegable. Sin embargo, les aseguro que, en la mayoría de las ocasiones, nuestras mentes instintivamente buscan un culpable fuera de nosotros mismos.

Nos encontramos esclavizados por las excusas, utilizándolas como escudo para evitar tomar acción. Estamos presos del miedo, la arrogancia y el egoísmo, incapaces de abrazar la idea de dar desinteresadamente por los demás, por nuestros hermanos y hermanas. "¿Por qué debo ser yo quien actúe? Que lo haga otro, no yo". Así es como actuamos, así somos. Atrapamos todo lo que podemos alcanzar con nuestros brazos, y más aún, sin desear dejar espacio para compartir de manera justa; si puedo poseer más que aquel que está a mi lado, me considero valiente, victorioso, poderoso y famoso.

Debo adoptar una actitud proactiva en la creación de bondad para mí y para los demás, sin egoísmo y con la intención de promover el bienestar de mis semejantes. ¡Cuanto más doy, más recibo!

Debo ser proactivo en generar amor por mis hermanos y hermanas, tanto en intenciones como en acciones. No deseo nada para mí que no esté destinado también a los demás.

Debo alejarme del egoísmo y controlar mis ansias de poder y grandeza basadas en posesiones materiales.

Debo ser el primero en alzar la mano en un acto de generosidad cuando sea necesario, sin esperar nada a cambio, sino la satisfacción de ayudar y ofrecer bondad y generosidad a los demás.

Debo fomentar que mis hermanos se conviertan en multiplicadores de actos de generosidad y bondad, pero partiendo de mi propio ejemplo. Dar el primer paso y ser co-creador de benevolencia y vida junto con Dios. Debo rechazar pensamientos de crueldad, odio, arrogancia, orgullo e ira hacia mis hermanos y explicar estos principios a mis hijos, nutriendo sus corazones con el amor infinito de Dios. En su momento, les tocará a ellos emprender el mismo camino en sus vidas.

Una vida mejor y más armoniosa comienza con mis acciones, impregnadas del sentido de hacer lo correcto tanto para mí como para los demás. Despertemos a la proactividad divina de Dios.


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