HAZLO CON CALMA




Recordemos a grandes autores de música clásica y a un gran pintor, como Mozart, Beethoven, Tchaikovski, Schubert, Chopin, Picasso, Dalí, Van Gogh, entre otros. Hagamos un ejercicio mental y sumerjámonos en los momentos en que crearon sus magníficas obras; visualicemos su entorno, la atmósfera y la situación que envolvieron esos instantes creativos. ¡Qué hermoso ejercicio! En verdad, podríamos concluir que hay un elemento que siempre participó en sus creaciones: la calma. La calma trae reposo, claridad de pensamiento y éxtasis en la creación. Así deberíamos abordar cada instante de nuestra vida, con calma y reposo, prestando atención a cada detalle con responsabilidad y serenidad.

Creo firmemente que una creación es muy diferente si surge en un momento de alteración emocional, empapada de odio, resentimiento, ira o rabia, en comparación con cuando se realiza con una calma bendita y refrescante. La paz que encontramos en la tranquilidad del espíritu es un terreno fértil para el crecimiento. Por ello, cuando debamos tomar decisiones importantes, debemos liberarnos de momentos de enajenación causados por la ira o la extrema felicidad; es fundamental encontrar calma y reposo para elegir una dirección. El corazón y la razón encuentran su equilibrio mucho mejor en un estado de calma y reposo.

Seamos creadores de grandes obras, considerémonos a todos como grandes maestros y plasmemos nuestras vidas en obras grandiosas que reflejen un ánimo sosegado y permeado de calma. La oración es más provechosa cuando se presenta con humildad, la misma que reside en el templo más magnífico, majestuoso y rico: nuestro propio corazón.

Es interesante la paradoja de que cualquier creación majestuosa, concebida con el soporte de la calma, provoca algo contrario (sin que sea negativo): el éxtasis en quienes la contemplan. Es decir, una gran obra maestra de arte genera en quienes la disfrutan sensaciones y emociones sublimes, éxtasis y una vibración tan intensa que incluso la química corporal se ve afectada. Una magnífica obra musical, una pintura hermosa, un trabajo bien hecho con calma y juicio, provocan emociones positivas y hermosas, alegría y felicidad.

La serenidad en la mente y el reposo en el corazón son propicios para fecundar el amor de Dios. El amor de Dios florece en estos estados y la visión del corazón se agudiza en esos momentos. De hecho, prácticas como la meditación, la reflexión, la oración, el yoga, etc., se desarrollan en instantes de sosiego; allí el Ser esencial se descubre y las ideas fluyen. La vida crece con armonía y se distingue la paz que brota de sus hojas. La calma es la aceptación de que todo fluye en la infinita sabiduría de "los tiempos de Dios", sin apuros, porque Él no los conoce. La ansiedad carece de existencia y la tranquilidad que proporciona la Fe absoluta es el elemento perenne y el terreno fértil para comprender el gozo de vivir.

Traigamos tranquilidad y calma a nuestros pensamientos y actos. Detengamos un instante el tren desenfrenado de la rutina y saltemos al costado para ver lo hermoso de la vida que Dios nos hereda cada día... está en un parpadeo y en una elemental y sencilla intención llena de amor.

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